sábado, 7 de marzo de 2015

Fuego

En la blanca tundra helada
que esconden tus ojos verdes,
se asienta el ladrón de fuego
a quien en su día quisiste.

Barrotes que son pestañas,
en los párpados hay marcas.
Se derraman los sollozos
por las fugas de tu rostro.

Es tu culpa y no del preso,
pues por sentimiento puro
le obligan a revestirse
con el color de tus llamas.

Fotografía de Alberto Pizarro Gómez

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